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La muerte un amanecer

Este es el nombre del libro escrito por la médica psiquiatra suiza Dra. Elizabeth Kübler -Ross quien ha acompañado a miles de personas en uno de los momentos más difíciles de la vida: el de la muerte.

Permaneció muchas horas junto a lechos de enfermos terminales, investigando y anotando minuciosamente sus conductas y reacciones acompañándolos hasta el momento de la muerte clínica y muchas veces al regresar de ésta.

Cuando la Dra. Kübler -Ross, a través de su experiencia clínica, describe los diferentes estadios del desprendimiento del cuerpo y la capacidad del moribundo de percibir todo cuanto ocurre a su alrededor, la comunidad académica que hasta ese momento respetaba sus investigaciones la considera una traidora a la verdad científica. Ella les responde:

«aquí se trata de diferenciar entre creer y saber algo.  Investigué todo durante 15 años y sé que lo que la gente experimenta a cada paso en las experiencias cercanas a la muerte es verificable. Para verificar la integridad de la persona, al desprenderse de su cuerpo físico, entrevistamos a ciegos que no habían tenido percepciones luminosas durante 10 años o más. Le preguntamos que vieron durante sus experiencias cercanas a la muerte   y nos describieron las ropas, joyas, relojes y armazones de anteojos que usaba la gente de su entorno. Al volver a la vida son tan ciegos como antes.»

Después de estudiar veinte mil casos en el mundo entero, la doctora asegura que independientemente de la edad, (se trate de niños o ancianos) y del nivel cultural o socio económico , todo ser humano sabe que cuando la muerte está próxima  y que éste es un proceso natural como el nacimiento: 

”si se  permanece junto al moribundo , se comprobará que la comunicación continúa y que el enfermo comunica lo que desea hacer saber”

 y nos a advierte que , al acercarnos al lecho de nuestro padre o madre agonizante , aunque ellos estén en un coma profundo ellos oyen lo que se les dice:

 “ en ningún caso es tarde para expresar  lo siento o te amo o alguna otra cosa que quisieras decirles. Nunca es demasiado tarde para pronunciar estas palabras, aunque sea después de la muerte, ya que las personas fallecidas siguen oyendo por un tiempo”

concluye.

Los momentos más impresionantes para la Dra. Kübler-Ross, son los relacionados con los niños moribundos, llegado el momento, ella los lleva a su casa para que puedan morir y prepara s sus padres y hermanos para acompañarlo: 

“los niños tienen miedo a estar solos en el momento de la muerte, de que no haya nadie junto a ellos”

Muchos niños hospitalizados le han relatado la experiencia de encontrarse con sus eres queridos que los precedieron en la muerte, esperándolos en el tránsito de una a otra forma de existencia: 

“ los niños seriamente heridos en un accidente son enviados  siempre a unidades de traumatología o de quemados. No se le dice quienes murieron en el accidente. Los visito dos o tres días antes de la muerte. En un momento determinado se produce en ellos un cambio psicofisiológico: si están en coma despiertan, si estuvieron muy inquietos se calman. Entonces les hago compañía y les pregunto ¿podés contarme que experimentaste?  y no me miran a mí, si no a través de mí, dicen con toda calma e increíble serenidad: Ahora todo bien, papá y mamá me están esperando.

En quince años no tuve un solo caso de un niño que no mencionara, por lo menos por diez minutos a otra persona que lo precediera en la muerte, y repito que ellos no están informados, pues todos los mantienen en secreto, temiendo que al conocer la muerte de su papá o mamá abandonen toda esperanza y dejen de luchar por la vida”.

 Para la Dra. Kübler -Ross 

“Una vez que conocemos la muerte, jamás volveremos a tener miedo pues pasar por esta experiencia cambia definitivamente nuestra experiencia de vida. Si usted sabe que la muerte es solo la transformación de una forma de vida diferente, entonces nadie desaparece, nadie se desvanece en la nada y continúa  creciendo y aprendiendo ilimitadamente . Es como pasar de un segundo a un tercer grado. Se vive de una manera muy diferente el saber que debemos continuar creciendo y aprendiendo”.

En cuanto a los procesos de duelo, la autora reconoce que: 

“Extrañamos terriblemente a los seres queridos, extrañamos su presencia, extrañamos su risa, extrañamos mil momentos. Pero también sabemos que si realmente los quisimos volveremos a estar juntos por más tiempo más que el del plano físico. Y esto nos ayudará a superar el temor más grande y el más grande dolor. Si en la infancia uno aprendió derramar lágrimas, sabe que con lágrimas y tiempo esto puede curarse. Pero si alguien fue criado con “sos un marica otra vez llorando”, entonces al perder un ser querido pone cara estoica, sin lamentaciones y el proceso dura mucho más.”

La Dra. Kübler -Ross asegura que la experiencia de traspasar el umbral de la muerte no es privativa de ningún credo religioso en particular. Dispone de experiencias de personas de culturas diferentes

“esquimales, aborígenes de Australia, hindúes, budistas, protestantes, católicos judíos y de los que no pertenecen a ninguna religión o los que se consideran agnósticos o ateos”.

Las personas religiosas ven presencias distintas según su religión, pero también hay hechos que se pueden tener como común denominador.

La Dra. Kübler -Ross comenta que en su caso particular ,  siendo una persona semi creyente o algo escéptica, no se interesó por la eventualidad de una vida después de la muerte  hasta que, por la frecuencia de cierta observaciones que se venían repitiendo se vio forzada a asomarse a la cuestión que se expone en este libro.